Para que una persona saque su propias conclusiones en un debate, es necesario escuchar las distintas posturas. Ya se ha publicado la de José Urbaneja Colas. Y su asociación Marea Arcoíris.
Por eso considero necesario, y de justicia para los lectores, la publicación de este artículo que viene a mostrar la otra postura sobre el tema del adoctrinamiento escolar
Los padres tenemos el DERECHO, no deseo, como dice torticeramente el Sr. Urbaneja, derecho ampliamente reconocido, de ser los primeros actores en la educación de nuestros hijos. Nuestros hijos tienen el derecho a que seamos quienes más más les queremos y conocemos, los que les enseñemos las normas que consideramos beneficiosas y que les harán mejores personas. Los que no tienen ningún derecho, y sí un preocupante deseo de educar a los menores, son las asociaciones LGTBi. Y no tienen derecho ninguno que les ampare, salvo una serie de normativas de rango menor que vulneran derechos constitucionales.
Por otra parte, suponer, como supone el Sr. Urbaneja, que la educación que damos los padres no es inclusiva, tolerante e igualitaria y sí lo es la que dan unos colectivos que solo viene a hablar de inclusividad y tolerancia con sus asociados, es bastante estúpido.
Los padres queremos que nuestros hijos sean tolerantes y respetuosos, no solo con las personas LGBTi, sino con todos, sea cual sea su raza, sus creencias, su origen, su físico y sus gustos. Por eso no entendemos esa tolerancia selectiva hacia las personas LGBTi que excluye preocupantemente al resto. Y no entendemos que, aunque parcializado y privilegiando a un colectivo, el LGTBi, no se nos informe de todo lo que sobre tolerancia e inclusividad para con ese grupo se va a contar a nuestros hijos.
Entre tanto respeto, queremos que la intimidad, la sensibilidad y el grado de madurez de nuestros hijos sea también respetado. Si estos cursillos tan tolerantes van a respetar la conciencia y sensibilidad de nuestros hijos, ¿por qué que no se nos dice lo que se les va a contar y todos contentos?
¿Por qué, si todo es tan positivo, tan inclusivo, tan respetuoso, no se nos explica, y así damos el visto bueno a tan bellos objetivos?
¿Por qué, entre tanto respeto, en vez de explicar y convencer a esos padres a los que algunas cosas no nos quedan claras, los tolerantes no insultan de forma intolerante, (“sois carcas, no sabéis educar a vuestros hijos”), y nos ocultan la información (“no tenemos por qué contar las maravillosas actividades sobre tolerancia que vamos a enseñar a vuestros hijos.No tenéis derecho a pedirlo”)?
Me gustaría que el Sr. Unbaneja, entre tal alarde de inclusividad, me explicara por qué se excluye la opinión de los padres y se les insulta cuando quieren saber en el ejercicio de sus derechos qué pasa dentro de las aulas en relación a temas que afectan facetas de la intimidad de la persona.
Por qué esa virulencia. ¿Quizá porque hay mucho más que una educación en tolerancia, diversidad y equidad?
Pues sí, hay mucho más: eso que no se puede contar y eso que “los padres no entenderíamos”.
Por un lado, en esa educación tolerante e inclusiva se enseñan prácticas sexuales (esas sí, muy diversas, se lo aseguro) a los menores desde muy niños, se les crea confusión en sus atracciones y afectos y se generan problemas donde no los había. No tiene nada que ver con lo que el Sr. Urbaneja cuenta y reto a los “educadores en la tolerancia” a que metan micrófonos y graben lo que cuentan a los niños.
Llevo muchos años escuchando los cursillos que asociaciones como la del Sr Urbaneja dan a los menores y como han ido evolucionando a pura corrupción de menores que no hace más felices a los niños y sí complica con problemas de adultos su vida infantil.
He visto la presunta “educación en tolerancia”, y he visto los resultados de una psicología conductista aplicada a unos menores sin resortes vivenciales para defenderse de la manipulación. Y he visto los resultados. Y por contar lo que he visto, gente “tolerante” como el Sr. Urbaneja, me ha perseguido, hecho la vida imposible e incluso ha tratado de eliminarme civilmente.
¿Por qué? Porque todo es mentira y, bajo unos impecables objetivos expresos, hay una ingeniería social con objetivos ocultos bastante menos asumibles.
Porque todo el artículo del Sr Urbaneja es mentira. Cuenta unas cosas muy bonitas que todos suscribiríamos y luego arremete contra los imaginarios disidentes de tan bellos objetivos en una conocida falacia argumental llamada “el hombre de paja”.
Y porque, por otro lado, hay que recordar que el Sr Urbaneja y su asociación, como las muchas que hay dedicadas al adoctrinamiento en ideología de género a los menores, vive de esto: de manipular a los niños y de convencer al mundo de que son imprescindibles ante esos padres intolerantes que no quieren la diversidad y la tolerancia. Si el Sr. Urbaneja, aparte de unirse a mi petición de grabaciones de esas clases de tolerancia e inclusividad, tiene a bien contarnos de dónde y cuánto dinero público recibe, y qué asociaciones internacionales lo apoyan y financian podrán tener ustedes una visión más clara de qué está sucediendo.
Una vez informados, ustedes ya tienen la posibilidad de sacar conclusiones y elegir lo que quieren en cuanto a la educación de esos menores por cuyo bienestar darían hasta la vida y por los que, el Sr. Urbaneja, no sólo no da nada, sino que desde su asociación recibe cuantioso dinero por inculcarles una visión de la sexualidad y la vida francamente controvertida.
Les invito a que no se queden en esto y sigan investigando. Ejerzan sus derechos. No dejen que se los arrebaten grupos con intereses espurios. Sean, como les avala la Constitución, los primeros agentes en la educación de sus hijos. Pregunten, exijan explicaciones. Presenten el PIN parental (Consentimiento informado donde solicitan información sobre temas sensibles en las aulas). Y decidan libremente. Porque sólo se ejerce la libertad si esta va respaldada por la información.
Y desconfíen de los que viven de mover las ruedas del carro de la ideología de género utilizando a sus hijos, a los menores, como combustible desechable.
Alicia V. Rubio Calle
Profesora durante 29 años
colaboradora de Los Niños Son Intocables
One Comment
Francisco
Es cierto y la verdad triunfará sobre esa educación dictatorial que la alimenta intereses comerciales.